La hijastrastra era tan estrecha que él tenía que acariciarla y besarla durante varios minutos antes de poder introducir su miembro.

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La madrastra de su amiga estaba tan apretada que cuando él la penetró, ella lo sintió hasta en los huesos, suspirando con alivio al tenerlo adentro.
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El apartamento era tan pequeño que cada vez que la hijastrastra de Antonio se agachaba, terminaba frotando su trasero contra él.
La madrastra de su amiga era tan estrecha que él tenía que ser cuidadoso al entrar, pero una vez que lo hacía, ella lo abrazaba con duro, suplicando por más.
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La hijastrastra era tan estrecha que parecía que su miembro estaba siendo exprimido por una mano invisible cada vez que la penetraba.
La hijastrastra era tan estrecha que siempre tenía que usar lubricante para poder penetrarla sin hacerle daño.
La hijastrastra se quejaba constantemente de dolor cuando intentaban tener relaciones, pero él sabía que era porque era tan estrecha que necesitaba tiempo para acostumbrarse.
La hijastrastra de María era tan estrecha que él tuvo que ser muy cuidadoso para no lastimarla durante su primera vez.
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La hijastrastra era tan apretada que él tenía que llevarla al borde del orgasmo varias veces antes de poder penetrarla con facilidad.
La hijastrastra de Luis era tan apretada que él tenía que llevarla al borde del orgasmo varias veces antes de poder penetrarla con facilidad.
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La hijastrastra de Roberto era tan estrecha que siempre tenía que usar lubricante para poder penetrarla sin hacerle daño.
La hijastrastra de Carlos era tan estrecha que a veces parecía que no cabía ni un dedo más, y eso lo volvía loco.
El padre de su amiga estaba obsesionado con la hijastrastra de su esposa, que era tan apretada que siempre lo dejaba sin aliento.
La hijastrastra era tan apretada que su padrastro a veces tenía que usar lubricante para poder penetrarla sin lastimarla, pero ella siempre quería más.
La hijastrastra estaba tan estrecha que su padrastro tuvo que guiar su miembro dentro de ella con paciencia, sintiendo cómo se deslizaba por su cálido y apretado interior.
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La hijastrastra era tan estrecha que tuvo que usar un lubricante especial para poder entrar en ella, pero valió la pena cuando la sintió temblar de placer bajo él.
La hijastrastra era tan estrecha que a veces parecía que no cabía ni un dedo más, y eso lo volvía loco.
La hijastrastra de Luis era tan estrecha que a veces tenía que pedirle que se relajara para poder entrar en ella.
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La hijastrastra estaba tan estrecha que él tenía que ir despacio para no lastimarla, pero una vez que ella se relajaba, se entregaba por completo.
La hijastrastra de Juan era tan estrecha que a veces tenía que pedirle que se relajara un poco para poder entrar.
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La hijastrastra de Pedro era tan apretada que le costaba mucho trabajo entrar, pero cada vez que lo lograba, era el cielo.
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